Georges Lemaître, fue el hombre que propuso la teoría del Big Bang, fue un clérigo, astrónomo, cosmólogo, entusiasta de la informática (un adelantado a su tiempo), y dedicado profesor.
Georges Lemaître, fue el hombre que propuso la teoría del Big Bang, fue un clérigo, astrónomo, cosmólogo, entusiasta de la informática (un adelantado a su tiempo) y dedicado profesor.
Exploraremos brevemente su carrera académica, incluso su participación en la comunidad estudiantil china y su relación con el Vaticano. También, se verá su amistad con Einstein y Eddington, también mencionaremos sus experiencias durante las dos guerras mundiales y algunos viajes al continente Americano.
Un evento que tuvo lugar en Namur el 23 de junio de 1963, organizado por la asociación «Amis de l’Université de Louvain» para mostrar la vitalidad científica de la Universidad de Lovaina. Monseñor Georges Lemaître, uno de los ponentes, presentó una conferencia sobre la hipótesis del «átomo primigenio» y su relación con el origen natural del Universo. Aunque el público no comprendió completamente los detalles técnicos de su exposición, quedaron impresionados por la audacia y el optimismo de su representación del mundo físico, así como por su confianza en la razón. Lemaître expresó su esperanza de que se pudiera confirmar la existencia de una «radiación primigenia», similar a los fósiles que evidencian formas primitivas de vida.
Probablemente la parte más difícil de comprender de Georges Lemaître, sea su capacidad de hacer convivir dentro de su ser la ciencia más avanzada y una fe invencible en Dios y su iglesia, cómo pudo generar una teoría del origen del universo que diferente del discurso teológico vigente, sin dejar su fe y religión.
Vida temprana y trayectoria académica de Georges Lemaître
Georges Lemaître, el astrónomo y cosmólogo visionario, nació el 17 de julio de 1894 en Charleroi (Bélgica), hijo de Joseph Lemaître y de Marguerite Lannoy, tenía tres hermanos: Jacques, Maurice y André. La familia era muy importante para él, como el cariño y respeto por sus padres.
El colegio jesuita
Georges Lemaître, asistió al colegio jesuita del Sacré-Cœur de Charleroi donde demostró su habilidad en matemáticas desde el segundo año, posteriormente, obtuvo certificados de mérito en física y química, pero curiosamente no recibió ningún premio académico por religión. Su tiempo en el colegio, fue muy influenciado en su desarrollo académico y personal por profesores destacados como el Padre Franz Charlier y el Padre Goosens.
Uno de los profesores más influyentes fue el padre Ernest Verreux, quien fue un modelo para Lemaître al demostrar que se podía combinar la fe con una apertura activa hacia la ciencia. Verreux era un sacerdote erudito que no dudaba en emprender reflexiones apologéticas durante las clases de ciencias, dejando una impresión duradera en el joven Lemaître. A través de su contacto con este tipo de sacerdote, Lemaître descubrió que se podía vivir una vida de fe mientras se exploraba la ciencia.
Durante sus estudios, Georges Lemaître conoció a Fernand Renoirte, quien se convertiría en profesor e investigador filosófico. Aunque tenían muchos intereses en común, los dos hombres mantuvieron cierta distancia, con Renoirte centrado en la investigación filosófica mientras que Lemaître solo sentía un ligero interés por ella.
Habiendo terminado el colegio, Georges Lemaître continuó sus estudios en el Nouveau Collège Saint-Michel en Etterbeek, donde se preparó para las pruebas de acceso a los estudios de ingeniería de minas. En este colegio, Lemaître tuvo como profesor al padre Henri Bosmans, quien influyó notablemente en su forma de pensar y despertó su interés por la historia de las matemáticas.
Georges Lemaître y la Escuela Especial de Minas, Construcciones Civiles, Artes y Manufacturas, Arquitectura y Electricidad de Lovaina
En el año 1911, Georges Lemaître, tras aprobar el examen de ingreso en la «Escuela Especial de Minas, Construcciones Civiles, Artes y Manufacturas, Arquitectura y Electricidad de Lovaina», comenzó su carrera universitaria matriculándose en el primer curso de ingeniería y en la licenciatura de filosofía tomista en Lovaina.
Durante sus estudios, tuvo la oportunidad de asistir a clases impartidas por destacados profesores, como M. De Wulf de filosofía y N. Balthasar en metafísica de la teología, quienes le proporcionaron una base sólida en filosofía. También tomó cursos sobre fisiología, derecho natural y filosofía social, lo que amplió su conocimiento en otras áreas. Además, tuvo la oportunidad de asistir a conferencias sobre filosofía china, lo que le permitió explorar diferentes corrientes de pensamiento.
En sus estudios de ingeniería de minas, Lemaître comenzó sus clases preparatorias con Charles Manneback, quien se convertiría en su colega y amigo de por vida. Durante estas clases, tuvo la oportunidad de aprender de Charles de la Vallée Poussin, un matemático reconocido, cuyos trabajos influyeron en la historia de esta disciplina. Lemaître admiraba a su profesor y años después le rindió homenaje en un discurso. También tuvo la oportunidad de estudiar mecánica analítica con Ernest Pasquier, quien presentó la materia de manera moderna y era un adelantó a su tiempo.
La influencia de estos profesores y cursos fue significativa en la obra de Georges Lemaître. La filosofía le brindó una base filosófica sólida que más tarde aplicaría a la cosmología. Los conocimientos en otras áreas, como fisiología y derecho natural, ampliaron su perspectiva y la forma en que abordaba los problemas. En cuanto a las matemáticas y la mecánica analítica, estas le proporcionaron las herramientas necesarias para desarrollar sus teorías en el campo de la cosmología.
1914, la Gran Guerra comienza
Las vacaciones de verano de 1914 se convirtieron en una experiencia inesperada para los hermanos Jacques y Georges, habían planificado hacer un viaje en bicicleta por el Tirol, esto se convirtió en un camino hacia el frente del Yser debido a la invasión de Bélgica que se dio en agosto de ese año. A pesar de la desilusión, los hermanos decidieron unirse al «5e corps des volontaires» como muestra de su lealtad a Bélgica y su Rey. Sin embargo, su formación militar era escasa y se encontraron luchando sin suficientes provisiones ni armas adecuadas.
Después de nueve meses en la infantería, Georges fue transferido a la 39ª Batería del 2º grupo del tercer regimiento de artillería (3A) de la 3D.A. Su hermano Jacques también se unió a la artillería. Georges pasó por diferentes puestos y cursos de instrucción antes de regresar a la 38ª batería del 3A. Jacques, por otro lado, ascendió a ayudante y finalmente se convirtió en oficial.
Georges Lemaître, a pesar de su formación académica en ingeniería, no logró ascender a oficial y terminó la guerra como soldado. Esta experiencia en la guerra fue dura y desafiante, puso evidente su valentía y dedicación a su país.
El fin de la guerra, el retorno a la Universidad de Lovaina
El 21 de enero de 1919, Georges Lemaître regresa a la Universidad de Lovaina para comenzar un máster en física y matemáticas, dejando atrás sus estudios de ingeniería. Para ser aceptado en este programa, Lemaître tuvo que aprobar un examen complementario y obtuvo una calificación de Satisfactorio. Durante este año, solo dos estudiantes pasaron el examen con una calificación satisfactoria, Lemaître y Louis Reyntens.
Lemaître también completó los cursos para obtener una licenciatura en filosofía tomista. Aunque para Lemaître, los títulos académicos no eran una medida de su competencia, sino más bien reflejaban sus propias preferencias, con esto en mente obtuvo el título de Maestro en Física y Matemáticas con la máxima distinción.
Durante estos años, asistió a los cursos del profesor Maurice Alliaume, un experto en mecánica celeste y teoría de la probabilidad, con conocimientos en la relatividad y la interpretación geométrica de los resultados matemáticos. Alliaume y Lemaître compartían varios intereses, como la mecánica celeste y los cálculos numéricos asociados, así como la relatividad y la interpretación geométrica de los resultados matemáticos.
Alliaume soñaba con establecer una oficina de cálculos astronómicos y numéricos, y también estaba interesado en las herramientas que facilitaban los cálculos numéricos, como los nomogramas. Además, Alliaume fue uno de los primeros en introducir la teoría de la relatividad en Bélgica y tenía afinidad por las funciones elípticas. Lemaître se vio influenciado por estos intereses compartidos y la enseñanza de Alliaume.
Georges Lemaître ingresa en la Casa Saint-Rombaut
En octubre de 1920, Georges Lemaître ingresa en la Casa Saint-Rombaut, que se trataba de un anexo del gran seminario de la archidiócesis de Malinas. Formalmente estos estudios teológicos durarían 3 años, aunque no se destacó en su formación teológica formal.
Su carácter mostraba un fuerte compromiso espiritual y junto a un grupo de seminaristas que buscaban vivir una vida sacerdotal ejemplar, se unió al grupo de los Amis de Jésus (Amigos de Jesús) en 1923 y se hizo miembro oficial en 1924.
Georges Lemaître fue fiel a sus compromisos con el grupo, no se preocupaba mucho por los detalles institucionales, aunque esto no significa que fuera superficial o resignado hacia su vocación. Lemaître pronunció los cuatro votos del grupo y siempre dedicaba tiempo a la meditación y al retiro espiritual, participaba regularmente en los retiros de 10 días organizados por la Fraternidad. A pesar de todo, Lemaître nunca habló abiertamente sobre su pertenencia a los Amis de Jésus, y solo se reveló después de su muerte a través de documentos y testimonios de los miembros del grupo.
Durante sus años en el seminario de la Casa Saint-Rombaut, Lemaître obtuvo permiso para estudiar la teoría de la relatividad. Pese a tener que vivir en esta residencia, no se aisló del ambiente científico de Lovaina, ya que su antiguo profesor y otros contactos científicos también estaban cerca.
Georges Lemaître Société Scientifique de Bruxelles
Lemaître era miembro de la Société Scientifique de Bruxelles, una sociedad científica fundada en 1875 que reunía a científicos católicos. A través de esta sociedad, tenía acceso a publicaciones científicas que le mantenían al día y donde publicaría su trabajo. También tuvo contacto con el canónigo De Muynck, quien le recomendó presentarse a una beca de viaje. Para este concurso, Lemaître comenzó a escribir su tesis en la década de 1920, en la que resumía las teorías de la relatividad de Einstein. Este fue un momento oportuno, ya que en ese tiempo hubo un aumento de las publicaciones sobre los trabajos de Einstein en el mundo científico francés e inglés.
La tesis de Georges Lemaître se basa en la idea de que la existencia de una ciencia experimental depende de condiciones específicas, como la regularidad y simplicidad de los principios que describen los fenómenos.
Lemaître sostiene que la historia de la física ha sido una sucesión de teorías unificadoras y propone el principio de relatividad general como la piedra angular para la reconstitución de los resultados de la relatividad especial y general. El trabajo de Lemaître fue ampliamente influenciado por De Donder en su enfoque, pero bajo su intuición en el uso de cambios de variables y «buenas coordenadas» para simplificar los cálculos; también analiza las nociones de medida y las definiciones de espacio, tiempo y simultaneidad desde una perspectiva empírica.
Sin embargo, la sección astronómica de su tesis es considerada la más interesante, donde estudia el movimiento de cuerpos celestes en campos de fuerza producidos por masas inmóviles o en movimiento de rotación. Los resultados que obtuvo fueron similares a los de Schwarzschild, estableciendo analogías entre los campos gravitatorios y de fuerzas de inercia.
La tesis de Lemaître no era original en términos de cosmología, ya que utilizó la misma solución que Einstein había encontrado en 1917 para sus ecuaciones de gravitación. Pero, Lemaître defendió la necesidad de mantener una constante cosmológica distinta de cero en las ecuaciones que describen los universos en expansión, a diferencia de la postura de Einstein. Su insistencia en un espacio-tiempo esférico tridimensional estuvo relacionada con su suposición filosófica de que el universo debe ser accesible al conocimiento humano y proporcionado a él. Lemaître ganó el concurso de su tesis luego de una defensa oral.
Georges Lemaître en Cambridge
Habiendo terminado sus estudios teológicos en el seminario en 1923, el joven sacerdote Lemaître asistió a cursos en la Universidad de Cambridge impartidos por el astrónomo Eddington y el físico Rutherford. Durante su tiempo en Cambridge, Lemaître investigó la física de Einstein y publicó su propio trabajo sobre la relatividad. En este trabajo, Lemaître intentó comprender cómo la noción de simultaneidad cambia de la relatividad especial a la general. Definió dos tipos de movimiento de un cuerpo sólido, en los que en uno de ellos se pueden definir líneas y un tiempo de simultaneidad, y en el otro no.
En este tiempo conoció a Eddington, quien tenía había realizado una famosa expedición astronómica, durante el eclipse total de Sol del 29 de mayo de 1919, Eddington y sus colaboradores, en dos lugares de observación, uno en Brasil y otro en la isla Príncipe, en el Atlántico, confirmaron una de las predicciones más preciadas de la relatividad general de Einstein: la curvatura de los rayos luminosos de una estrella por el campo gravitatorio del Sol.
Eddington reconoció la importancia del trabajo de Lemaître y lo presentó en su propia obra. Durante su estancia en Cambridge, Georges Lemaître vivió en una casa para sacerdotes católicos y completó su formación en matemáticas.
La inmersión en el misterio del cosmos
La insaciable sed de conocimiento de Lemaître y su innata curiosidad por el universo le llevaron a proseguir sus estudios en el campo de la física, lo que finalmente le condujo a la Universidad de Cambridge, un renombrado centro de investigación científica y excelencia académica.
Fue durante su estancia en Cambridge cuando Lemaître perfeccionó sus conocimientos en los entresijos de la física teórica y se sumergió en los profundos misterios del cosmos, preparando el terreno para las notables revelaciones científicas que desvelaría más tarde.
Sus años de formación en el mundo académico no sólo le dotaron de una profunda comprensión de los principios científicos imperantes, sino que también le inculcaron una ferviente pasión por traspasar los límites del conocimiento existente y ahondar en los enigmas más profundos del universo.
Tras su estancia en la Universidad de Cambridge, el recorrido académico de Georges Lemaître dio un giro trascendental al proseguir sus estudios en el campo de la astronomía, una decisión que resultaría fundamental para configurar la trayectoria de su carrera.
Su compromiso inquebrantable por desentrañar los secretos más profundos del cosmos y su enfoque interdisciplinar, que tendía puentes entre la física, las matemáticas y la astronomía, le situaron como pionero en el floreciente campo de la cosmología, sentando las bases para sus futuras contribuciones revolucionarias a nuestra comprensión de los orígenes y la evolución del universo.
Lemaître ganó el concurso de su tesis luego de una defensa oral.
El Universo en Expansión de Georges Lemaître
Georges Lemaître, comenzó a trabajar como profesor en la Universidad Católica de Lovaina en 1925. Durante este tiempo, se dedicó al estudio de la teoría de la relatividad y la mecánica ondulatoria, dando luego conferencias sobre estos temas. También, le dedico tiempo de estudio al universo de De Sitter y las observaciones de las galaxias.
Gracias a estos estudios y su aguda inteligencia, Lemaître se dio cuenta de que tanto el modelo de De Sitter como el de Einstein tenían limitaciones, por lo que propuso construir un universo intermedio que combinara las características de ambos modelos. Esta idea ya había sido sugerida por Eddington.
Lemaître desarrolló esta idea en su tesis doctoral y encontró soluciones que cumplían con los requisitos. Durante este período, también se unió a un grupo de discusión local llamado Louvain-Université, donde debatió sobre ciencia y filosofía con otros académicos. A través de sus investigaciones y debates, Lemaître sentó las bases para su futura hipótesis del átomo primigenio y la expansión del universo.
El trabajo de George Lemaître, realizado en 1927, fue valiente y original ya que propuso una explicación de los corrimientos de las galaxias basada en una nueva solución de las ecuaciones relativistas generales. También presentó una interpretación termodinámica de la evolución cósmica en condiciones de expansión adiabática. Lemaître atribuyó la expansión del universo a la presión de la radiación.
Es interesante señalar que en la misma época, Howard Percy Robertson también obtuvo resultados similares, pero no estableció una relación entre un universo esférico de radio variable y el corrimiento al rojo de las nebulosas. Robertson había estudiado a fondo la teoría matemática de la relatividad y descubrió cuatro familias de soluciones matemáticas correspondientes a universos dinámicos. Lemaître estableció las bases para un nuevo paradigma de cosmología relativista.
De la culpa de Einstein al mea culpa de Eddington
El artículo de Lemaître de 1927 sobre un universo en expansión no recibió la atención que merecía en su momento, ya que la comunidad científica no estaba preparada para aceptar esta idea. Tanto Hubble como Einstein, figuras influyentes en el campo, defendían teorías que implicaban un universo estático o estático-aparente. Einstein incluso rechazó un artículo de Friedmann que apoyaba la idea de Lemaître, alegando un error de cálculo que en realidad era su propio error.
A pesar de la falta de apoyo, Lemaître se mantuvo firme en su convicción de que un universo en expansión explicaba de manera satisfactoria el movimiento de las galaxias. En 1929, Hubble confirmó la relación entre la velocidad de recesión y la distancia de las nebulosas extragalácticas, pero aún asociando esta relación a un «efecto de Sitter». A pesar de esto, Lemaître nunca buscó el apoyo de otras figuras destacadas en el campo, como Eddington o de Sitter.
Aunque Albert Einstein no compartía su visión, Lemaître presentó una ponencia en 1929 en la que explicaba de manera satisfactoria el movimiento de las galaxias en relación con la velocidad de recesión y la distancia.
En 1931, se publicó una traducción al inglés del artículo de Lemaître gracias al apoyo de Eddington. Sin embargo, sorprendentemente, se eliminó un párrafo importante de la versión inglesa que calculaba la velocidad de expansión basándose en datos astronómicos, lo que ahora se conoce como la «constante de Hubble». Algunos historiadores sugirieron que esto se debió a la influencia de Hubble, pero esto fue refutado por autores como Mario Livio.
La contribución científica de Lemaître ha sido subestimada durante años, pero actualmente se está reconociendo su importancia.
A principios de los años treinta, Lemaître se interesó por la causa de la expansión del universo y cuestionó la estabilidad del universo estático de Einstein. Demostró que el cambio en el radio del universo no se debe a la condensación de la materia, sino a la presión en las fronteras entre las regiones vecinas.
Si la presión disminuye, el intercambio de materia también disminuye y la energía cinética se «estanca» cerca de los centros de condensación, lo que provoca la expansión del universo. Este concepto de «estancamiento» fue controvertido y llevó a Lemaître a cuestionar la formación de grandes estructuras en el universo, como las galaxias. Encontró que la formación de estructuras está relacionada con la evolución cosmológica global.
Por otro lado, Georges Lemaître rechazó el modelo de un universo con crecimiento exponencial, argumentando que el comienzo de la expansión no podría haber ocurrido físicamente hace más de 100.000 millones de años. En su lugar, propuso la hipótesis del átomo primigenio como una interpretación física sensata del estado inicial de un universo vacilante.

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La hipótesis del átomo primigenio
Más de una vez sucedió que, una gran idea de Lemaître tenía su origen en la confrontación con las ideas de otra persona. La hipótesis del átomo primigenio surgió como respuesta a las ideas de Eddington sobre el orden del universo.
Eddington argumentaba que la idea de un principio de orden en la naturaleza era repugnante filosóficamente y que el universo evolucionaba hacia una mayor entropía y desorden. Por otro lado, Lemaître propuso que el universo tuvo un estado inicial de entropía mínima y máxima organización, en lugar de un pasado infinitamente remoto.
Este estado inicial se refiere a un átomo primigenio, donde toda la energía y masa del universo estaba concentrada en un solo punto. Lemaître combinó la termodinámica y la mecánica cuántica para sostener esta idea, mostrando que el número de partículas cuánticas y la entropía se incrementan durante las transformaciones, pero retrocediendo en el tiempo, el número de partículas disminuiría hasta llegar a este estado de entropía mínima.
Esto permitiría un comienzo natural del universo según Georges Lemaître. Mientras que Eddington encontraba repugnantes los conceptos físicos aplicados a situaciones alejadas de nuestra experiencia, Lemaître mostró cómo se podían combinar la ciencia y la teología en su hipótesis del átomo primigenio.
La teoría del Big Bang y George Lemaître
La postura de Georges Lemaître, como astrónomo y sacerdote católico, sobre dar una respuesta valedera a la pregunta sobre cuál es el origen del universo y satisfacer ambas perspectivas puntales de su vida, la ciencia y la religión, tuvo que ser un verdadero reto.
Es así que, al final del documento que contenía la tesis del átomo primigenio redactó el siguiente párrafo: «Pienso que quien cree en un ser supremo que sostiene todo ser y toda acción, también cree que Dios está esencialmente oculto y puede alegrarse de ver cómo la física actual proporciona un velo que oculta la creación.»
Sin embargo, Lemaître suprimió un párrafo, queriendo evitar cualquier confusión que llevara a pensar que él interpretaba las escrituras de manera que no tuvieran contradicciones con la ciencia de ese momento.
El comentario eliminado tiene sentido cuando se ve que, la física relativista sólo comienza con el espacio-tiempo, del que a su vez sólo puede decirse que comienza con una cierta multiplicidad de partículas, lo que requiere la desintegración del átomo-universo.
Paradójicamente, la física solamente puede entender el comienzo natural del universo mediante un proceso de desintegración de lo que Georges Lemaître llamó el átomo primigenio. El problema de la existencia de este átomo, rebasa la ciencia, pero la reflexión filosófica y teológica. Este átomo, que contiene toda la materia del cosmos, podría en realidad haber sido impulsado a la existencia por una Voluntad creadora.
La hipótesis de la existencia de un átomo inicial y su destrucción, le permitieron mostrar que el problema de la existencia del mundo mismo, del ser del universo, es distinto del problema del comienzo del «espacio-tiempo-materia». En otras palabras, Lemaître afirma que no hay física sin el presupuesto de una realidad que «siempre está ya ahí», y que está velado a los ojos de una ciencia que no debe confundirse con la metafísica.
Georges Lemaître reaccionó con sobriedad, como un hombre formado en la escuela tomista del Institut Supérieur de Philosophie del cardenal Mercier, donde se respetaban los diversos enfoques de la realidad, pero sin confundirlos, y quitó el pequeño texto del final de su trabajo.
Origen de la denominación «Big Bang»
El día 28 de marzo de 1949, en el programa radial de la BBC «The Third Programme», el astrofísico Fred Hoyle, en una conferencia que ofrecía, mientras intentaba explicar su propia teoría de la creación continua de materia en el universo y contrastando con la teoría contraria, expresó una controvertida opinión que haría historia.
«Hemos llegado al punto de comparar las teorías anteriores con las observaciones. Estas teorías se fundamentaban en la premisa de que toda la materia en el universo se formó en un Big Bang (una gran explosión) en un momento preciso en el pasado distante. Sin embargo, actualmente se evidencia que, de una forma u otra, todas esas teorías chocan con lo que las observaciones requieren.».
Ofreció una de sus acreditadas conferencias radiofónicas en el espacio de la BBC The Third Programme, un programa cultural en el que participaron intelectuales de la talla del filósofo Bertrand Russell y el dramaturgo Samuel Beckett. En cierto momento, intentó graficar los contrastes entre su propia teoría, que era la de la creación continua de materia en el universo, y la teoría antagónica, que afirmaba que el universo había tenido un comienzo claro y definido.
Como nos dice el autor Mario Livio, en su libro Errores «Geniales que cambiaron el mundo», Hoyle no uso el término Big Bang de manera peyorativa, como la creencia popular afirma, él tan solo intentaba hacer un ilustración para la audiencia y enriquecer su explicación.
Es irónico que quien acuñó la expresión Big Bang, era un detractor de esta teoría. Con el tiempo, ya ni se piensa en este evento y se da por hecho el nombre de la teoría, pero hubo un referendo para cambiar este nombre, en 1993 la revista»Sky & Telescope» solicitó a sus lectores sugieran nuevas denominaciones, para encontrar la más adecuada, cuando los jueces revisaron las 13099 propuestas no hallaron alguna que haga la sustitución. Es de destacar que entre los 3 jueces que evaluaron las propuestas estuvo Carl Sagan.
Por justicia se debe mencionar que Fred Hoyle, fue Profesor Plumiano de Astronomía y Filosofía Experimental de Cambridge; en la astrofísica nuclear, el trabajo de Hoyle, actualmente es el conocimiento sobre las estrellas y su evolución, resolvió el misterio de cómo se forman en el universo los átomos de carbono, el sostén de la complejidad y la vida tal como las conocemos.
En cuanto a la teoría del Big Bang de Georges Lemaître sigue gozando de gran aceptación y constituye la base de la cosmología moderna. Esta teoría permite fusionar la investigación científica y las creencias religiosas al proporcionar una comprensión científica del principio del universo. A pesar de que en la actualidad se suele hacer referencia a la teoría por su nombre y no por el de su inventor, las aportaciones de Lemaître no han caído en el olvido.
En 1948 se bautizó un asteroide con su nombre y la Universidad Católica de Lovaina le rindió homenaje bautizando un auditorio y un instituto con su nombre. Más recientemente, la Agencia Espacial Europea ha rendido homenaje a Lemaître bautizando con su nombre su último avión de transporte automatizado, lanzado en julio de 2014. El impacto duradero de Lemaître en la comunidad científica perdura gracias a estos reconocimientos y al uso continuado de su teoría.
Georges Lemaître conoce a Einstein
Entre 1932 y 1939, Lemaître viajó dos veces a Estados Unidos por aproximadamente un semestre en cada ocasión. Durante su primer viaje, estudió cúmulos de galaxias en el Observatorio del Harvard College y modelos cosmológicos en Caltech, donde tuvo conversaciones amistosas con Einstein.
En su segundo viaje, Georges Lemaître fue profesor invitado en la Universidad Católica de América en Washington, D.C., donde enseñó sobre las aplicaciones astronómicas de la relatividad. A su regreso a Bélgica, colaboró con Odon Godart antes de planear otro viaje a Estados Unidos.
Durante su tercer viaje, Lemaître estuvo en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton y tuvo discusiones con Einstein. Luego, recibió visitas de colegas estadounidenses en Bélgica, incluyendo a Vallarta del MIT. Después de una breve pausa, Lemaître fue profesor visitante en la Universidad de Notre Dame en Indiana, donde participó en un simposio de álgebra y lógica.
Georges Lemaître Famoso como un Rock Star
Durante su estancia en Estados Unidos, el científico-sacerdote Georges Lemaître ganó atención y popularidad inesperadas. Su trabajo sobre la expansión del universo fue destacado por el astrónomo Arthur Eddington durante una conferencia en 1932, lo que generó interés en la relación entre ciencia y fe.
Georges Lemaître también fue consultado por el presidente Roosevelt para comprender la situación en Estados Unidos durante la Gran Depresión. En la década de 1930, Lemaître recibió numerosos reconocimientos, como la Medalla Mendel en 1934 por su contribución a las ciencias como científico católico.
También recibió el Premio Francqui en Bélgica en 1934 y fue homenajeado en su regreso a Lovaina. A lo largo de estos logros, Lemaître reafirmó su dedicación al servicio de la ciencia y su convicción de que esta es un reflejo del pensamiento creador de Dios.
Distinciones recibidas por George Lemaître
Georges Lemaître, a lo largo de su vida, recibió varias distinciones y honores por su trabajo en física y cosmología. Algunas de las distinciones más notables que recibió en vida incluyen:
- Medalla Franklin (1934): Lemaître recibió la Medalla Franklin de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia en 1934 por su trabajo en cosmología y física matemática.
- Miembro de la Royal Astronomical Society (1935): Lemaître fue elegido miembro de esta sociedad en 1935, en reconocimiento a sus contribuciones a la astronomía y la cosmología.
- Medalla Eddington (1953): Lemaître recibió la Medalla Eddington de la Royal Astronomical Society por su trabajo en cosmología y relatividad general.
- Caballero de la Orden de Leopoldo (1961): Lemaître fue nombrado Caballero de la Orden de Leopoldo por el rey de Bélgica en 1961 en reconocimiento a sus contribuciones a la ciencia y la sociedad belgas.
- Premio Jules Janssen (1966): En 1966, Lemaître recibió el Premio Jules Janssen de la Sociedad Astronómica de Francia, el más alto honor de la sociedad, por su trabajo en cosmología y astronomía.
Después de su muerte, Lemaître siguió siendo honrado por sus contribuciones a la ciencia. En 1976, la Unión Astronómica Internacional nombró el cráter lunar Lemaître en su honor, y en 1990, el asteroide 1565 Lemaître también fue nombrado en su honor. Además, en 2018, la Agencia Espacial Europea lanzó la sonda Solar Orbiter, que lleva un experimento de física solar llamado «Instrumento de Lemaître».
La Segunda Guerra Mundial
En Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar un éxodo. En 1939, varios amigos y colegas de Georges Lemaître se movilizaron. El año académico en Lovaina transcurrió en un ambiente insólito, con profesores que daban clases vestidos con uniformes militares.
Lemaître no fue movilizado debido a su edad, pero ante el temor de los bombardeos alemanes se preparó para el éxodo llevando a parte de su familia a Inglaterra, pasando por varias ciudades y enfrentando dificultades a lo largo del camino, finalmente, acompañado por sus familiares lograron cruzar la frontera francesa y su objetivo era llegar a Boulogne para encontrar un barco que los llevara a Inglaterra.
Durante su viaje, tuvieron que deshacerse de su remolque y enfrentaron dificultades como la hospitalización de un familiar y la avería de uno de los vehículos. Finalmente, quedaron atrapados en el cerco de los ejércitos francés y belga y fueron detenidos por un motorista alemán. Mientras tanto, Lord Gort llevaba a cabo la «Operación Dinamo» para reembarcar con su unidad en las playas de Dunkerque. El cuaderno de viaje de Lemaître relata su trayecto y las soluciones improvisadas que encontraban para alimentarse, desde la comida que llevaban consigo hasta matar pollos o recibir ayuda de los franceses. Finalmente, el 14 de junio, Lemaître instaló a su familia en una villa cerca de Boulogne.
Del Deus Absconditus al Principio Natural del Universo
En los años 30 Lemaître formuló una distinción clara entre dos caminos, uno que conduce al conocimiento de la naturaleza y de las verdades científicas, y otro al conocimiento de las verdades teológicas. Una consecuencia de este planteamiento es que la relación de Dios con el Mundo no puede demostrarse por los medios utilizados por las ciencias naturales. A partir del Congreso Católico de Malinas de 1936, Lemaître se referirá cada vez más a la idea del «Dios oculto» vinculándola explícitamente a la afirmación de Isaías: Vere tu es Deus absconditus Deus Israel salvator. Si Dios permanece oculto, no es porque no exista, sino simplemente porque no se identifica pura y simplemente con el Mundo y porque respeta su autonomía:
«El buscador cristiano» sabe que todo lo que se ha hecho ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no suplanta a su creación. La omnipresente actividad divina está esencialmente oculta en todas partes. No se trata nunca de reducir al Ser Supremo al rango de una hipótesis científica.
La noción de Deus absconditus es uno de los temas más constantes, aunque implícitos, de la teología de Lemaître. En el pasaje final de su artículo para Nature (1931d), que prefirió no publicar, se podía encontrar ya esta expresión «Dios está esencialmente oculto». En 1958, cuando intervino ante el XI Consejo de Solvay, volvió sobre este tema del Dios oculto para repetir que su hipótesis del átomo primigenio no estaba relacionada con ninguna concepción filosófica o religiosa (1958f: 7).
Por lo que puedo ver, tal teoría (del átomo primitivo) permanece enteramente fuera de cualquier cuestión metafísica o religiosa. Dadle libertad al materialista de negar cualquier Ser trascendental, diría. Puede mantener la misma posición mental para el comienzo del espacio-tiempo que la que ha adoptado para los acontecimientos no singulares. Para el creyente, elimina cualquier intento de familiaridad con Dios, como lo fueron la chiquenaude de Laplace o el dedo de Jeans. Está en consonancia con Isaías, que habla del «Dios oculto», escondido incluso al principio de la creación.
La idea de un Dios discreto que rehúye toda manifestación ostentosa de su poder estaba tan fuertemente arraigada en él que creyó tener la responsabilidad de advertir al cardenal Van Roey, el 4 de septiembre de 1947, que evitara implicar a la Universidad de Lovaina en una manifestación popular organizada con ocasión de la estancia en Bélgica de una estatua de Nuestra Señora de Fátima. En efecto, algunas personas habían pedido a Lemaître, como profesor de astronomía, que expresara su opinión sobre los asombrosos signos relatados por personas que se encontraban en Fátima el 13 de octubre de 1917, concretamente el movimiento anormal del Sol que parecía danzar en el cielo. Lemaître optó por mostrarse circunspecto ante una serie de acontecimientos prodigiosos que parecían constituir una revocación parcial del carácter esencialmente oculto de la trascendencia de Dios. Al escribir al Cardenal, el objetivo de Lemaître era corregir la creencia general del público en una especie de «prueba astronómica» de la existencia de Dios.
Tenía razón, y veremos más adelante que su intervención ante el Vaticano tendría una motivación similar. Sin embargo, podría haber considerado que esos «signos» formaban parte de una experiencia espiritual vivida por cada persona con ocasión de las apariciones de Fátima, experiencia que escapaba de hecho a un estricto control experimental. En su carta al Primado de Bélgica, no dio cuartel a esta posibilidad y le pidió que «expresara su escepticismo» en público, ya que para él los sucesos de Fátima eran un ejemplo de credulidad desenfrenada:
Parece claro que el 13 de octubre de 1917 el Sol no se movió más que cualquier otro día, nadie ha observado nada en el Observatorio de Coimbra; las 50.000 personas que lo vieron bailar fueron engañadas por algún fenómeno meteorológico o psicológico.
Ciencia y Fe
Lemaître fue prudente al tratar las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima y reconoció que la experiencia espiritual no puede ser probada científicamente. Su fe no era ciega y estaba acompañada de escepticismo. Lemaître también defendió la idea de un comienzo natural del universo, en línea con su teoría del átomo primigenio, lo cual respeta la trascendencia de Dios y la autonomía del mundo.
No consideraba que su hipótesis implicara una creación ex nihilo en sentido teológico, sino más bien un comienzo físico en el que cualquier característica anterior del universo se había perdido. Aunque Lemaître defendió esta postura durante años, no fue ampliamente reconocido y fue criticado desde el punto de vista materialista.
Los últimos años de Georges Lemaître
En los últimos trabajos de Monseñor Lemaître, se destaca su interés por la mecánica y los ordenadores. Aunque ya era mayor, Lemaître continuó produciendo trabajos teóricos y desarrollando algoritmos.
En uno de sus cuadernos, se pueden ver comentarios sobre el problema de los tres cuerpos y una órbita no oscilante del problema de Størmer. Lemaître pasaba mucho tiempo inventando algoritmos para funciones elementales y traduciéndolos al lenguaje de las máquinas, sin consultar la bibliografía disponible, por considerarlo más seguro y divertido hallar las respuestas de este modo.
También se interesó por el desarrollo de algoritmos al estilo de Lovaina para calcular funciones trigonométricas y el «logaritmo de la suma». Además, se dedicó a estudiar los «supernumerales», es decir, cómo representar computacionalmente números muy grandes.
Además exploró la geometría proyectiva utilizando un trazador plano conectado a un ordenador, calculando y representando figuras geométricas. Lemaître concluyó su trabajo pensando en la generalización de la representación del espacio proyectivo en el espacio elíptico, especialmente en tres dimensiones.
Fe y ciencia Lemaître
La aparente contradicción entre su fe religiosa y su trabajo como científico, en realidad no era un problema para Lemaître, era una persona con una mente abierta y una sana libertad de espíritu, lo cual es característico de los científicos.
Lemaître respetaba las diferencias entre el lenguaje científico y teológico. No creía en el concordismo, que pretende derivar las verdades de fe de los resultados científicos, sino que defendía la autonomía de la ciencia y la cosmología. Esto se alinea con la idea de la desmitologización del cosmos y el carácter ad extra del universo según Tomás de Aquino. Lemaître protegía el ámbito intelectual en el que científicos de diferentes creencias religiosas y filosóficas podían reunirse e intercambiar ideas, tal como había propuesto la Academia Pontificia de las Ciencias.
Muerte de Georgers Lemaître
Finalmente el 19 de junio de 1966, Georges Lemaître, fue internado en
Después de una hospitalización y convalecencia, en diciembre de 1964, Lemaître sufrió un infarto después de regresar de una conferencia en Roma. Su salud mejoró en 1965, pero se le recomendó seguir una dieta estricta para evitar complicaciones cardíacas. En 1966, fue diagnosticado con leucemia y trasladado al hospital Saint-Pierre de Lovaina.
Durante su estadía en el hospital, recibió la noticia del descubrimiento de la Radiación Cósmica de Fondo de Microondas (CMB) por parte de Penzias y Wilson, que confirmaba su teoría del Big Bang. A pesar de estar enfermo, Lemaître expresó su satisfacción por este descubrimiento.
El 19 de junio, Lemaître entró en coma y se llamó a un sacerdote para que le diera la extremaunción. El Nuncio apostólico también fue informado y vino a darle la extremaunción y una bendición especial del Papa. Lemaître falleció la noche del domingo 19 al lunes 20 de junio, y sus funerales se llevaron a cabo el viernes 24 de junio en la Iglesia de la Anunciación en Lovaina. Debido al tráfico ese día, el féretro fue llevado a la iglesia por la mañana. Varios profesores universitarios encabezaron el cortejo, mientras que el Rector Magnífico no pudo asistir debido a una hospitalización.
Su descubrimiento del Big Bang y su contribución a la teoría cosmológica fueron fundamentales para nuestra comprensión del origen del universo. A pesar de su enfermedad, Lemaître se mantuvo interesado en los avances científicos y se alegró al enterarse de la confirmación de su teoría. Su muerte fue lamentada por la comunidad científica y religiosa, y sus funerales fueron un evento importante en Lovaina.
Con la partida de Lemaître, el mundo perdió a un importante científico y teólogo que hizo contribuciones significativas a la ciencia. Después de una hospitalización y convalecencia, en diciembre de 1964, Lemaître sufrió un infarto después de regresar de una conferencia en Roma. Su salud mejoró en 1965, pero se le recomendó seguir una dieta estricta para evitar complicaciones cardíacas. En 1966, fue diagnosticado con leucemia y trasladado al hospital Saint-Pierre de Lovaina. Durante su estadía en el hospital, recibió la noticia del descubrimiento de la Radiación Cósmica de Fondo de Microondas (CMB) por parte de Penzias y Wilson, que confirmaba su teoría del Big Bang. A pesar de estar enfermo, Lemaître expresó su satisfacción por este descubrimiento.
El 19 de junio, Lemaître entró en coma y se llamó a un sacerdote para que le diera la extremaunción. Mons. Goosens estaba ausente, por lo que fue el P. Lemaître quien se le dio este sacramento. El Nuncio apostólico también fue informado y vino a darle la extremaunción y una bendición especial del Papa. Lemaître falleció la noche del domingo 19 al lunes 20 de junio, y sus funerales se llevaron a cabo el viernes 24 de junio en la Iglesia de la Anunciación en Lovaina. Debido al tráfico ese día, el féretro fue llevado a la iglesia por la mañana. Varios profesores universitarios encabezaron el cortejo, mientras que el Rector Magnífico no pudo asistir debido a una hospitalización.
Aporte científicos de Georges Lemaître, sus teorías
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Georges Lemaître se va retirando progresivamente del mundo de la investigación internacional limitando sus desplazamientos. También abandona la investigación de la cosmología por otro ámbito por el que siente un interés especial y donde demostrará un verdadero talento: el cálculo numérico con máquina.
A pesar de la importancia de sus otros trabajos, se lo conoce sobre todo por situarse en el origen de esta cosmología relativista que se caracteriza por tres grandes principios:
- el universo está en expansión;
- el universo tiene un origen;
- la física cuántica (ciencia de lo infinitamente pequeño) y la astronomía (ciencia de lo infinitamente grande) están vinculadas en la comprensión del universo.
Luego de las teorías de la expansión del universo y la del átomo primigenio, Georges Lemaître, prosiguió sus investigaciones en cosmología. Sus intuiciones sobre los agujeros negros, la energía del vacío y un universo con dimensiones adicionales han sido confirmadas por la comunidad científica.
Como ya se mencionó antes, tras la Segunda Guerra Mundial, Lemaître se retiró gradualmente de la investigación internacional y se centró en el cálculo numérico con máquinas, un área en el que tenía un interés especial.
Aunque realizó importantes contribuciones en este campo, Lemaître es recordado principalmente por su trabajo en cosmología relativista, que incluye tres principios fundamentales: la expansión del universo, la existencia de un origen para el universo y la interconexión entre la física cuántica y la astronomía para comprender el universo.
Información Adicional.
Artículo de la BBC: Georges Lemaitre, el cura católico que primero habló de la teoría del Big Bang